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Por Alicia Vidal
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Hasta el 7 de mayo sigue abierta la Feria del Libro de Buenos Aires, la más importante del rubro en todo el mundo, considerando que logra la convocatoria de más de un millón de personas.
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A propósito de esta gran feria surgió la oportunidad de entrevistar a Fernando Duelo Cavero, un español oriundo de Barcelona que supo ser una figura clave en el nacimiento de este gran festival de libros.
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La cita surgió como corolario de un tweet que envió su propio hijo, Ignacio Duelo, que comentaba orgulloso el rol que había tenido su padre en el nacimiento de la Feria del Libro.
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Tweet va tweet viene al final se armó la entrevista para un sábado a la mañana en La Biela, el emblemático bar de la Recoleta. El lugar no es casual ya que Fernando Duelo es y fue un habitué de este lugar. No es para menos, allí solía reunirse para grandes tertulias intelectuales con escritores, filósofos, periodistas y demás influyentes.
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Hoy Fernando Duelo suele darse una vuelta por la Feria del Libro y siente la satisfacción de haber «parido» ese proyecto que hoy tiene reconocimiento mundial. Claro, son otros tiempos: «cuando hacíamos la feria yo rebajaba como 5 kilos» rememora. «Había que ir de aquí para allá, no había personal, no teníamos muchos recursos, como ahora»…
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Cuando trabajaba para una editorial tuvo la oportunidad ver en qué medida un libro puede marcar un hito como fue la publicación de la Historia Argentina de Vicente Sierra. Todo tiene que ver con el olfato del editor…
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De aquí en más, la charla con Fernando Duelo, alma mater de la Feria del Libro que hoy tiene un reconocimiento mundial.
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¿Como empezó la idea de la Feria del Libro?
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La Feria del libro empezó como iniciativa de algunos editores que nos reuníamos esporádicamente en diferentes sitios de la ciudad de Buenos Aires. Lo hacíamos como una suerte de feria ambulante. En la calle Florida o enfrente de la Biela, por ejemplo.
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¿En qué editorial estaba?
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Estaba en ediciones Garriga Argentina. Y teníamos mucha experiencia en ir a ferias aunque no fuesen de libros era una buena oportunidad para difundir nuestros libros.
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Además como toda mi familia siempre fue muy amante de los libros me interesaba difundir la cultura del libro, que la verdad estaba un poco a la buena de Dios.
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¿Cómo surgió la idea? ¿La copiaron de otros países?
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Si, había una en España, con larga tradición, donde yo había ido varias veces. En otros países también, pero aquí no se hacía porque además faltaba cohesión en diferentes sectores: imprenta, distribución, editoriales. No se tenía suficiente empuje para hacer la feria.
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Una de las primeras ferias públicas se hizo en la Nueve de julio, al pie del Obelisco, durante el gobierno radical de Illia (63-66). En ese momento yo iba como concurrente pero luego fue tomando forma la actual Feria del Libro.
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Roberto Castiglione, que era una persona muy inteligente, fue el que supo aunar a los diferentes sectores para lograr un consenso. Eso no era nada fácil, suponía grandes dificultades al principio.
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Castiglione no era editor, sino ingeniero. Había publicado un libro y era miembro de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores).
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Él nos reunió a todos y aquellos que ya veníamos con esa idea o bien que habíamos participado en diferentes ferias o que queríamos difundir el libro, lo apoyamos entusiásticamente. Fuimos los propulsores más entusiastas.
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¿Había mucho vínculo en ese momento con los escritores directamente? ¿Era más romántico y menos negocio el mundo de la literatura?
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Sí, se veía efectivamente. La industria del libro no aparecía, estaba en la sombra. No se hablaba de industria. Lo que nos entusiasmaba era el libro, lo veíamos como algo importante de la cultura.
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¿Y qué aprendizaje tuvieron al vincularse directamente con la gente?
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Nosotros, y en mi caso particular, sosteníamos que mucha gente no entraba en las librerías. El que no estaba habituado no entraba.
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Creíamos que la gente se intimidaba y no entraba en las librerías. Entonces creíamos que con una exposición libre y abierta a la gente se podía impulsar más al libro como así pasa hoy.
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Creemos que crecería el interés del público por los libros y que no sería algo cerrado para el sector editorial.
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Como comenté antes ya se había hecho algo en la Feria de la Calle Corrientes en el Obelisco.
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Pero la primera que se hizo importante, además de las callejeras improvisadas, se hizo en 1975 el sector del Centro Municipal de Exposiciones (al lado de la Facultad de Derecho) que se había creado en realidad como algo temporario.
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¿Cuál fue la repercusión de la primera edición?
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Fue algo que fue creciendo con el tiempo. Al principio a muchos editores no les interesaba la aventura y no estaban convencidos de aportar costos.
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El predio era algo temporario tanto es así que incluso en el medio de la primera exposición llovió adentro del salón y tuvimos que indemnizar a expositores que participaban. Al final el gobierno vio que era trascendente y nos apoyó.
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¿Qué piensa de los nuevos medios y cómo conviven con el libro papel?
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Creo que seguirán surgiendo nuevas formas que no había. Pero el libro como tal no morirá porque la magia del libro es muy especial.
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Y ¿cuál es la magia del libro?
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La magia del libro es su forma, su composición, las especies que lo componen, y el propio papel. En fin, tiene una cosa especial y es histórico, desde los papiros, es un recogedor de efectos mundiales importantes.
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El olfato del editor es difícil. Pero ante todo tiene que tener un gran sentido del mundo que lo rodea y de la gente. A veces el editor sabe que no tendrá éxito pero igualmente decide publicarlo algo porque le interesa de modo personal.
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