Por Alicia Vidal
“Este es un momento muy claro oscuro” reflexiona Carl Honoré, autor del «Elogio de la Lentitud» y varios otros libros (Bajo Presión: cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperconectado, Elogio de la Experiencia, y más) que pregonan la necesidad de abrazar otro ritmo humano. Sus temáticas se refieren al tiempo y al ritmo, dos cuestiones que están hoy en el centro de la escena.
Carl siempre es asociado a lo lento, a lo slow, a ralentizar. Sin embargo, elegí por título su frase referida a que este parate “acelera” algo que ya se estaba gestando. Para él son muy importantes las palabras.
Carl Honoré nació en Escocia pero se considera canadiense. Es escritor, periodista, analista, conferencista y la cuarentena lo encuentra en Londres con su familia.
Desde allí compartimos un diálogo exclusivo vía whatsapp el pasado 8 de abril. Y me permito detallar el día porque si bien vivimos como en una especie de Día de la Marmota donde todo parece repetirse, a su vez, también hay una sensación de que cada día es aún un poco más denso e intenso que el anterior, con altibajos o bajialtos. Y lo que uno diga un día tal vez no sea igual de lo que diga al siguiente, porque la cuarentena nos pone en un modo sube y baja. Así que este fue nuestro momento de encuentro con la “carga emocional” de esa jornada, una más en esta suerte de tiempo detenido pero a su vez activado en lo profundo de nuestras mentes.
Tal como le dije a Carl al iniciar el diálogo, sentí que hoy sus libros deberían ser casi de lectura obligatoria. Él habló de la cultura slow y convirtió a la lentitud en un estandarte, un poco a contramano de los ritmos de los tiempos actuales antes del Coronavirus. Hoy, el mundo anda “slow”, lento, casi detenido. Escuchar su voz me resultó casi imprescindible.
¿Cómo te sentís en este encierro donde todo el mundo está en formato slow?
Es un momento sumamente oscuro y complicado. A nivel personal me está costando. Soy una persona bastante enérgica, salgo mucho de casa, me gusta estar con gente, con mis amigos. Y estar aquí encerrado en esta jaula, me está doliendo, noto el impacto no solamente físico, sino mental y psicológico. Tengo la suerte de tener una casa bastante bien, y estoy con mi familia y nos llevamos super bien.
«La otra cara de la medalla es que trato de alimentar lo positivo, así que las cosas que me gustan, que las puedo hacer en casa les dedico más tiempo. Soy muy cocinero así que estoy cocinando más que nunca, me gusta hacer rompecabezas y los hacemos con mi familia también jugamos a varios juegos y estoy leyendo más que nunca. Es una mezcla, es un momento sumamente claro oscuro.»
¿Y qué te pasa en relación a lo que vos describiste en el movimiento slow? Porque hoy justamente todo tiene que ser lento…
Todo es medio paradójico porque yo llevo años y años empujando la filosofía slow, de hacer las cosas de manera más pausada, un poco más despacio, con más calma, más presencia.
Y ahora, nos encontramos todos bajo una suerte de desaceleración obligatoria que no era lo que yo imaginaba cuando pensaba en un mundo ralentizado, más pausado. No era un mundo donde todos estamos encerrados en casa.
«No es una situación ideal para abrazar la filosofía slow porque trae una carga de emociones negativas. Pero, al mismo tiempo yo creo que, y la gente habla cada vez más de esto en redes sociales, que hay mucha gente que está aprendiendo la lección del poder de la lentitud, porque no tienen opción.»
2Por ejemplo, la reina británica dio un discurso a la nación hace unos días e incluso ella habló de que este era un momento para ralentizar, para reflexionar, para tomar una pausa, para replantear cosas de nuestra vida. Y esto subraya un poco mi visión de este momento, siendo un optimista por naturaleza, trato incluso de abordar los momentos más complicados con un espíritu de aprendizaje. Sería un poco mi consejo para la gente en este momento. Obviamente, hay obstáculos y hay lados muy oscuros, pero, podemos intentar aprender. Con pequeños experimentos de lentitud en nuestra vida cotidiana, ya sea en el trabajo o en la vida cotidiana con el uso de los smartphones y los gadgets. Siempre hay un espacio para aprender algo. Y por lo que veo yo creo que mucha gente lo está aprovechando.»
¿En qué momento se encuentra tu producción intelectual? ¿En qué estás trabajando y en qué circunstancia te encuentra esta cuarentena?
A nivel de trabajo me impacta muchísimo porque justamente en este momento de mi vida no estoy escribiendo un libro. Cuando estoy en “modo libro” o “modo autor” me la paso en la jaula igual, escribiendo, en la oficina. Pero cuando estoy en otra época de mi vida laboral, como seria ahora, participo de eventos públicos, conferencias, talleres y todo eso ha desaparecido y no tengo nada porque todo eso se ha cancelado.
«Por un lado, me ha quitado los ingresos, pero, a su vez, me ha regalado un espacio y tiempo para reflexionar. Lo que estoy haciendo fundamentalmente es un gran trabajo de reflexión sobre mi trabajo, mi propósito, lo que quiero traer y llevar al mundo después de esta crisis. Para mí es un momento de parar y mirar un poco hacia el horizonte y de pensar de manera mucho más estratégica en el largo plazo.»
Y da miedo, y esto siempre lo subrayo, ralentizar implica un encuentro con uno mismo, tener que lidiar con preguntas complicadas como quién soy, cuál es mi propósito, qué puedo hacer para ser una mejor persona, mejorarme a mí mismo. Estas son preguntas complicadas y difíciles, sobre todo al principio, pero merece la pena enfrentarlas. Estoy en ese proceso de resetear mi vida, mi vida laboral. Me da miedo, pero también me da mucha ilusión, ver cuál será el próximo capítulo cuando termine esta pesadilla mundial.
También esto replantea el reparto de poderes y saberes. Es un experimento no querido pero que nos toca afrontarlo… ¿Cómo lo ves?
Claro, nadie buscaba este tiempo, pero hay que usarlo como trampolín, como chispa, como inspiración para forjar un nuevo camino a nivel individual pero también, cruzo los dedos, para que esto implique un cambio colectivo, una nueva consciencia. Creo que ya antes del Coronavirus íbamos hacia ese punto de inflexión, mucha gente ya se estaba cuestionando la injusticia, la brecha entre pobres y ricos, tanto en el primer mundo como en otros lados, y los problemas ambientales. Ya había una sensación creciente de desafío hacia el modelo dominante. Y a lo mejor, esta crisis lo que va a hacer es un poco acelerar ese proceso de reivindicar otros valores, y crear otro modelo, otro paradigma.