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Por Sebastián García Padín *
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¡El publicitario está feliz!
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Cristina Fernández de Kirchner dice «estamos felices como Riquelme«, Boudou hace el gesto del baile y mi teléfono empieza a sonar, mis followers me avisan con mentions en Twitter, mis conocidos me mandan mails y mi suegra llama a casa para contar que vió a Cristina decir que está feliz como Riquelme.
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Imposible no sentirse orgulloso, no sentir la tranquilidad del deber cumplido, en definitiva lo que más aspiramos los publicitarios al momento de comunicar es que todo el mundo hable y bien de lo que hicimos.
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¿Por qué pasó lo que pasó?
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Porque la gente entiende que ser feliz es una actitud y no una consecuencia de lo que tienen. La gente no quiere ver 24 horas de peleas en la TV, quiere divertirse. Reírnos de nosotros mismos nos hace felices, el humor mejora la calidad de vida.
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En el momento en el cual salió la campaña había un alto grado de confrontación en los medios de comunicación. Eso influyó en el ánimo de la gente para adoptar la campaña de la forma en que lo hizo. Riquelme está feliz es un «fuck off» (joder), a pasarla bien mientras otros se pelean.
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La gente quiere ser feliz. Simple y contundente realidad.
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Es fácil hoy sentir que es una campaña obvia pero antes de hacerla muy pocos se hubieran animado a hacerla y ese es el gran mérito de quienes trabajamos en la campaña y sobre todo del cliente que asumió un gran riesgo. Hoy muchos colegas me comentan que cuando les pasan un Brief la referencia es «Riquelme está feliz» y seguramente muchos de ellos no se hubieran animado a hacerlo antes. °
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Podría haber salido mal, ¡muy mal! Pero salió bien, ¡muy bien!
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¿Sabemos cuándo estamos frente a una campaña como esta?
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¡No, imposible saberlo! Sí presentimos que pueden pasar cosas grandes, si sabemos cuando tenemos una campaña buena, fuerte, impactante, pero nunca sabemos que puede suceder y hasta donde va a llegar. La famosa y deseada viralidad buscada por quienes trabajamos en marketing y publicidad es impredecible.
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Pero, por sobre todas las cosas, personalmente lo que más siento, es mucha tranquilidad. Esa sensación de saber que hicimos un gran trabajo el cual es muy valorado por muchísimos actores de otras industrias.
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Me refiero no solo al trabajo creativo sino también desde el lado empresarial, saber que la agencia estuvo a la altura de las circunstancias cumpliendo con los «entregables» o respondiendo frente a la prensa que nos bombardeó con entrevistas y preguntas difíciles de manejar durante la campaña.
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Me asombra que no se vea la enorme dificultad con la que nos enfrentamos en esta campaña teniendo que comunicar dos marcas diferentes (Pepsi y Lay´s) de dos categorías diferentes (Bebidas y Alimentos) y con dos mecánicas diferentes (tazo y tapa).
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Esto no solo implica una complejidad enorme al momento de comunicar en 50 segundos sino que esa misma complejidad se traslada al proceso de aprobación y producción por la cantidad de voces que participan. °
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Personalmente, y para Sinus, es una confirmación de que nuestra forma de ver la publicidad (que es diferente a una gran mayoría de actores de la industria) no sólo es eficiente y relevante sino que es muy optimista para nuestro futuro.
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Saber que la campaña no solo logró resultados en términos de redención de premios, sino también de «brand equity» y volúmen de ventas y no solo en una categoría sino en dos, es una demostración que nuestro trabajo es útil, necesario y relevante para las marcas con las que trabajamos y nada me interesa más que eso suceda.
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Curiosamente, muchos actores de la industria de la publicidad no ven la complejidad del trabajo y la importancia de los resultados que se obtuvieron con esta campaña, para mí esa es una enorme oportunidad, saber que están mirando para otro lado del que la mayoría de los clientes están demandando.
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«Riquelme está feliz».
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Yo estoy orgulloso y tranquilo.
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*Director General Creativo de la agencia Sinus