El Gato Negro, tradicional almacén de especias fundado por el español Victoriano López Robredo en 1928, cumple 90 años el próximo 30 de Octubre y como homenaje a su larga trayectoria, ese día recibirá una placa que será ubicada en presencia de grandes personalidades de la cultura y la gastronomía de la Ciudad.
Ubicado en Av. Corrientes 1669, fue declarado sitio de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Bar Notable por la “Comisión de Protección de los cafés, bares y confiterías notables de la ciudad”. Luego de 3 generaciones, El Gato Negro, sigue en manos de la familia de Don Victoriano, quiénes a lo largo de los años supieron modernizar lo necesario, conservando el espíritu y la mística del lugar.
La famosa tienda de especias, que recuerda a Ámsterdam o Londres, hace más de 20 años amplió su propuesta incluyendo cafetería y gastronomía. Desde entonces, no sólo se pueden comprar las especies más exóticas del mundo, semillas aromáticas, condimentos y hierbas, sino que también se disfruta de excelentes cafés tostados artesanalmente en el local, tés traídos de los más remotos lugares del mundo, tragos, licores, delicias gourmet dulces y saladas como tapas, diferentes tablas o exclusivos sándwiches como Croque Monsieur o Croque Madame. Además, en el espacio ubicado en el primer piso se puede disfrutar de diferentes espectáculos musicales y exposición de cuadros.
El Gato Negro es parte de la historia y la gastronomía de la ciudad, con casi un siglo recibiendo a los personajes más destacados de nuestra cultura como Saavedra Lamas, Los hermanos del Castillo, el doctor Cárcano, Alfredo Palacios, Paulina Singerman, Canaro, Pedro Quartucci, entre otras importantes personalidades.
El Gato Negro, reconocido a nivel mundial, conserva la fisionomía y el glamour de los años 20, sus aromas, los muebles, los frascos, todo enamora y remite a sensaciones que llenan el alma.
El Gato Negro abre sus puertas: Lunes de 9:00 a 22:00 hs; Martes de 9:00 a 23:00 hs; Miércoles y Jueves de 9:00 a 0:00 hs; Viernes y Sábados de 9:00 a 2:00 hs y Domingos de 15:00 a 23:00 hs.
Corría el año 1927 cuando un aventurero español llamado Victoriano López Robredo, decidió abrir su primer negocio de especias al que llamó “La Martinica” en la cuadra de la que, en aquel entonces, era la calle Corrientes angosta en la cuadra del 1600.
Al año siguiente decidió trasladarlo a un local más amplio y distinguido al que llamó “EL GATO NEGRO” que comenzó a funcionar esta vez en el Nº 1669 de dicha calle, el mismo lugar en el que actualmente se encuentra.
Claro ¿Qué otro negocio podría haber establecido este español que vivió durante cuarenta años en Ceylán, en Singapur y las Filipinas, que como empleado de una empresa Británica viajaba por La Malasia y La Manchuria y realizaba aquella travesía de 11 días en el transiberiano? . Fue justamente en uno de aquellos viajes donde se le ocurrió guardar el símbolo del gato sentado con su moño rojo que estaba impreso en el menú del salón comedor y que hoy es el símbolo de este local.
Benito Ferreiro, uno de sus primeros empleados, también español, que llegó a Buenos Aires en un barco carguero recordaba el origen del nombre: “Don Victoriano le puso éste nombre por un famoso café romántico de Madrid que quedaba a metros de la calle de Alcalá, sobre la Calle del Príncipe y pegado al Teatro de la comedia y era frecuentado por Jacinto Benavente”.
En el año 1969 el único hijo de don Victoriano, don Benigno Andrés López Robredo, abandonó su profesión de ingeniero industrial y, atrapado por la tradición, los aromas, sabores y mística del comercio que heredó de su padre, dedicó gran parte de su tiempo estudio de las especias y al desarrollo de las diferentes combinaciones y mezclas, cuyas fórmulas aún hoy se mantienen celosamente guardadas.
Hoy la tercera generación de su fundador se encarga de mantener vigentes los conceptos y tradiciones transmitidos por tres generaciones en el mismo lugar, rodeados por muchos comercios y cafés que aún guardan su nombre, pero, perdieron el apellido y la tradición.
Nuestro desafío es mantener intacto el lugar para que, por lo mismos mosaicos que transitaron don Victoriano, Benito y don Andrés, pueda transitar también una clientela que día a día va perdiendo los lugares históricos y tradicionales de nuestra bella ciudad.