¿Qué es lo que siempre buscamos en los servicios de telefonía móvil? Funcionalidad, rendimiento y velocidad. Las dos primeras características se las debemos a los fabricantes de los dispositivos, pero la última responde no sólo al equipo sino al proveedor del servicio de comunicaciones, y no nos referimos con ello a las operadoras sino a cómo ha evolucionado la tecnología hasta la llegada del 4G.
Bastará con dar un repaso por la historia de la red de telefonía móvil para notar que en tan poco tiempo nos hemos provisto de un caudal de tecnología que nos facilitan a diario el modo y la efectividad con la que nos comunicamos.
Allá por la década del ’80, una red analógica lograba un impacto en las radiobases, se trataba de la primera generación de tecnologías de comunicación móvil denominada 1G que se manejaba con los estándares NMT, AMPS, TACS, C-450, Radiocom 2000 y TZ. Claro que nadie habla de esta red pues su capacidad de descarga sólo alcanzaba los 10 Kb/s (casi inexistente como tal para muchos usuarios).
Aun así, en la historia de las redes, la 1G es la que más trayecto cursó hasta el arribo de la que conocemos como 2G, ahora sí, totalmente digital. Es que esta segunda generación no dio un salto, sino que fue implementándose gradualemente, primero como 2G GSM (Global System for Mobile Communications) que alcanzó una transferencia de datos de hasta 97 kb/s y posibilitando el envío de SMS, correo electrónico y navegación por Internet.
El segundo paso del 2G fue el perfeccionamiento de GSM a GPRS (General Packet Radio Service) que permitió el manejo de datos más avanzados como el envío de mensajes multimedia, mensajería instantánea, voz y hasta la utilización del dispositivo como módem para PC. Antes de operar la tecnología 3G, la segunda generación hizo su última mejora, a la que se denominó EDGE (Enhanced Data Rates for GSM Evolution) y que básicamente consistió en una velocidad de datos de hasta 480 kb/s.
La tecnología 3G es actualmente la que más espacio ocupa en el mercado y la que se está descomprimiendo con la llegada de la red 4G LTE. Su llegada en el año 2001 junto al estándar UMTS permitió mejores experiencias en Internet desde un dispositivo móvil, incluso colaboró con el fluido ascenso del mercado de los smartphones.
Poco tiempo después, los conflictos que la red saturada 3G exponía dio lugar a un puente entre esta y la futura red 4G. Entonces llegó el HSDPA (High Speed Downlink Packet Access), un paquete que prometía mejorar el protocolo existente.
Aun así, la proliferación de equipos inteligentes y el uso constante de la red necesitaban otro canal de comunicación que aprovechara toda las posibilidades que la velocidad de datos actual permitía con un rango de hasta 84 Mb/s de descarga y 22 Mb/s de subida, fue el momento de que el estándar 4G LTE (Long Term Evolution) buscara su lugar con una tasa de transmisión de 300 Mb/s y capaz de mejorar la experiencia online, así como la de televisión móvil, servicios de streaming y mucho más.
La primera antena de 4G que se instaló en el mundo tuvo lugar en Estocolmo en el año 2009. Año a año, cada vez más países del mundo comienzan a implementarlo para brindar mayores posibilidades de conectividad portátil.