La relación con la iPad (dede medios, geeks, detractores y advocates) es, cuanto menos, contradictoria. Las primeras reacciones tras su presentación algunas semanas atrás fueron bastante desfavorables. #Hoax, #Fail, iPhone con esteroides; muchas cosas se dijeron durante su lanzamiento. Las perspectivas de algo que efectivamente moviera los cimientos del mercado tecnológico (y, a esta altura, mediático) ya se habían desvanecido. La iPad no presenta ningún salto tecnológico mayor (más allá del muy avanzado procesador A4, que le permite tener una “endurance” mucho mayor a cualquier dispositivo móvil y con muy baja emisión de calor –algo nada menor, los usuarios de netbooks y smartphones lo sabemos) y esto, en un mercado muy competitivo y que avanza a pasos agigantados, puede ser visto como una derrota para Apple.
Con el correr de las semanas, y lejos de la primera impresión, la iPad comenzó a ganar adeptos. Un poco por lo cautivante de la idea y de la marca (ya se sabe, Jobs es capaz de venderle una bolsa de arena a un beduino si se lo propone) y otro poco por la forma en que fue pensado el producto, la iPad empezó a recibir reviews prometedoras. Los principales comentaristas de la industria geek dejaron de mirar los puntos negativos del producto (o poco innovadores, digamos) y se concentraron en las ventajas, generando una nueva fiebre por la iPad.
Así es como la semana pasado, pudimos ver (como otras tantas veces) colas enormes con cientos de personas formadas para recibir su iPad antes que nadie (?). El “furor” por esta novedad, no tan nueva, colapsó el sistema de preventas de Apple, que cortó los encargos al llegar a las 300 mil unidades. El número de aplicaciones para iPad (eje de la propuesta de Apple para sus dispositivos móviles) se disparó hasta las 3200 previo a su lanzamiento.
Apple iPad from Willem van Zyl on Vimeo.
Tras el primer fin de semana en el mercado, el mercado reporta cerca de 700 mil dispositivos vendidos, alrededor de 300 mil aplicaciones descargadas y 250 mil e books comprados en el mercado de aplicaciones de Apple.
Frente a semejante furor uno se pregunta qué fue lo que pasó que la iPad pasó de ser un “hoax” al nuevo furor geek. La realidad es que la respuesta sólo puede venir por dos carriles. Por un lado se encuentran los advocates de Apple, que no son pocos en el mundo tecnológico, que ante cualquier gesto de la empresa de la manzanita es tomado como un paso equivalente al de Neil Armstrong en el alunizaje. Así que por más que se sientan “decepcionados” por la nueva propuesta de Apple, su razón de ser los obliga a mantenerse “a la moda” y tener todo cuanto se presenta en el mercado con su logo.
La segunda razón es el empeño que le pusieron las empresas generadoras de contenido para que el mito de la iPad creciera. Tal como Jeff Jarvis en uno de sus últimos posts, el nuevo chiche de Apple, lejos de proveer una nueva experiencia a los usuarios, les devuelve a las empresas generadores de contenido el control sobre sus productos y sobre la experiencia. Los usuarios se vuelven rehenes del contenido, de las aplicaciones, de los DRM y de todo aquello por lo que las empresas generadores de contenido vienen peleando en los últimos años. La simulación de conectividad de la iPad lo único que hace es garantizarle a Apple y a los proveedores de contenidos que todo lo que se consuma a través del dispositivo va a ser “legal” y sólo se podrá hacer según las reglas que Apple arregle con sus socios. En este sentido, vale la pena preguntarse hasta qué punto la iPad “revolucionará” la experiencia del usuario y no la retrotraerá hacia la época de la TV y de los formatos cerrados.