El agua embotellada es uno de los rubros donde pesa mucho la generación de marca. De hecho, solemos decir «agua mineral» como sinónimo de «agua embotellada», algo que de por sí denota una asignación de valor mayor a la que tiene el producto. Algunas aguas embotelladas son minerales pero muchas otras son simples aguas potables con algunos agregados.
Creo haber visto el video que se incluye en este post en algún momento y luego lo perdí de vista. Hoy lo rescato porque lo encontré en Twitter gracias a Diego Scott
Es interesante ver cómo un producto que suele estar asociado a «lo natural» en verdad suele ser una sofisticación artificial de algo que podría consumirse de modo directo. El diseño y la comunicación en esta categoría suelen ser de vanguardia y logran seducirnos a cada instante (reconozco que a mi también me pueden). Es cierto que hay cuestiones de «paladar» ya que en muchos casos el agua de la canilla parece muy clorificada pero este no suele ser el argumento principal con el que se mueven «las aguas embotelladas». En su mayoría se apela a «lo natural» y esto no es tan lineal, ya que en muchos casos se trata por el contrario de artificialidades. Me parece interesante el caso porque usualmente se habla de «cuánto influye la publicidad» en la generación de demanda o bien si es al revés. Y creo que en este caso, se trata justamente de un caso donde la oferta fogonea la demanda. Algo se hace «tan imprescindible» que terminamos creyendo que «es vital», casi tanto como el Activia o el Actimel…